Baralt: Mucho más que una avenida
La emblemática avenida Baralt de Caracas se llama así en honor a una de las personalidades civiles más importantes del siglo XIX venezolano: Rafael María Baralt, quien fue historiador, ensayista, diplomático, gramático, académico de la lengua y periodista. Como poeta acuñó la expresión más célebre para designar a su Zulia natal.
Primeros años
Rafael María Baralt Pérez nació en Maracaibo el 3 de julio de 1810 (tres meses después de los hechos del 19 de abril) en el seno de una familia acomodada. Su padre era zuliano de ascendencia catalana y su madre era una inmigrante dominicana.
El fragor de la guerra de independencia llevó a los Baralt a exiliarse en 1812 en Santo Domingo, país natal de la madre del futuro escritor. Allí vivieron durante los siguientes nueve años.
Tras su vuelta a Venezuela en 1821, Rafael María Baralt, con apenas 11 años, se incorporó junto a su padre en la lucha independista como parte del Cuerpo de Cazadores de Volantes de Maracaibo. Incluso llegó a presenciar la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, librada el 24 de julio de 1823 y que consolidó la independencia venezolana.
En aquellos tiempos, las actuales repúblicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá conformaban la Gran Colombia, con Bogotá como capital. A esta última ciudad viajó el joven Baralt en 1826 para concluir sus estudios de bachillerato bajo la protección de su tío Luis Baralt, senador por Maracaibo.
Vida republicana
Baralt regresó nuevamente a Venezuela en 1830 y apoyó con fervor la separación de su país de la Gran Colombia, hecho que se consumó ese mismo año. No solo expresó su respaldo desde las palabras, pues también se enroló como oficial de artillería en la frontera colombo-venezolana bajo las órdenes del prócer Santiago Mariño, aunque nunca llegó a entrar en combate.
Instalado en Caracas en 1831, el marabino se incorporó de lleno en la vida política y cultural de la ciudad. Trabajó en el Ministerio de Marina y Guerra y se graduó como agrimensor público en la Academia Militar de Matemáticas, fundada por el sabio Juan Manuel Cagigal y origen del actual Colegio de Ingenieros de Venezuela.
Asimismo, Baralt integró la Sociedad Económica de Amigos del País, “una agrupación de gente distinguida, estudiosa y progresista, que se reunía para estudiar la situación de la agricultura, de la industria, del desarrollo económico y social y de la educación”, según Arturo Uslar Pietri.
Aunque continuaba siendo militar, Baralt abandonó el ejército en 1835 para dedicarse a su verdadera vocación: las letras. Empezó a publicar en periódicos y le pidió a su amigo Manuel María Urbaneja que le enseñara la gramática “partiendo de lo más elemental, pues lo ignoro todo”. Años más tarde, Rafael María Baralt se convertiría en uno de los mejores conocedores de la lengua española.
Contar la historia
El creciente prestigio de Baralt como escritor le supuso en 1838 el primer gran encargo de su vida por parte del gobierno venezolano: redactar un resumen de la historia nacional que complementara el levantamiento geográfico del país que desde hacía unos años venía efectuando el italiano Agustín Codazzi, un veterano de las Guerras Napoleónicas que ofreció sus servicios a la causa independentista.
Con la ayuda de su colega Ramón Díaz, Baralt invirtió un año en recopilar y leer la documentación disponible, entrevistar a los próceres independentistas que todavía vivían, redactar y corregir la obra. Cuando la labor estuvo concluida, el marabino viajó a París junto a Codazzi para imprimir el libro.
El “Resumen de la historia de Venezuela” de Rafael María Baralt y Ramón Díaz, así como el “Resumen de la Geografía de Venezuela” y el “Atlas Físico y Político de la República”, de Agustín Codazzi, se editaron en 1841. Eran trabajos pioneros, pues a juicio de Uslar Pietri, Venezuela se convertía así en “el primer país latinoamericano que publicaba una historia nacional hecha científica y seriamente que llegaba hasta esos días, y el primero que publicaba un Atlas y una geografía, sin paralelo en ninguna otra nación hispanoamericana”.
Polémica y exilio
La obra de Baralt constaba de tres volúmenes. El primero abarcaba la conquista y la etapa colonial y los dos restantes se ocupaban de la independencia y el régimen republicano hasta el año 1836.
El libro incluyó varios retratos de próceres realizados por el ilustrador Carmelo Fernández, sobrino de José Antonio Páez. Entre sus imágenes figuró la efigie de Francisco de Miranda que décadas más tarde le sirvió de inspiración al artista Arturo Michelena para pintar su célebre cuadro “Miranda en la Carraca” (1896).
La publicación del “Resumen” generó opiniones encontradas en Venezuela. Por un lado, los intelectuales más jóvenes alabaron la belleza literaria de la obra y su rigor intelectual. Pero a los héroes de la independencia (con Páez a la cabeza) les molestó que Baralt no alabara sus proezas en el campo de batalla, sino que optara por un análisis equilibrado e imparcial de los hechos.
Consciente de que las polémicas suscitadas por su libro no lo dejarían vivir tranquilo en Venezuela, Baralt aceptó en 1841 un cargo diplomático en Europa para recopilar documentación sobre los límites entre Venezuela y la Guayana británica (actual República Cooperativa de Guyana).
Antes de partir, el marabino dijo a sus amigos: “Me voy para siempre, pues he cometido el crimen de querer escribir la historia de mi país”. No volvió a Venezuela durante los restantes 18 años de su vida.
Baralt viajó primero a Londres y luego pasó a España, país en el que alcanzaría los más altos honores públicos y académicos.
España: Lengua, academia y poesía
Rafael María Baralt vivió unos años en Sevilla y se radicó definitivamente en Madrid en 1845. El venezolano se involucró activamente en la vida política y cultural de la capital española, pues fundó y dirigió periódicos, escribió ensayos y artículos y militó en dos partidos políticos de tendencia liberal.
También fue nombrado administrador de la Imprenta Nacional y director de la Gaceta de la Corona.
Asimismo, el marabino escribió la totalidad de su obra poética durante sus años españoles. Las numerosas composiciones salidas de su pluma gozaron de gran popularidad en su tiempo, aunque quizás le resulten un tanto frías al lector actual.
En 1843, Baralt escribió en Sevilla su poema más conocido: “Adiós a la patria”, en el que acuñó la célebre expresión “tierra del sol amada” para referirse con nostalgia a su Maracaibo natal. Desde entonces dicha definición se consagró como un patrimonio literario de la zulianidad.
La pasión de Rafael María Baralt por la lengua española lo llevó a destacar en el campo de la lexicografía, es decir, la técnica de confeccionar diccionarios. En 1850 concibió un ambicioso “Diccionario matriz de la lengua castellana”, del que solo alcanzó a publicar un prospecto y una muestra de la letra A. También en 1855 publicó un “Diccionario de galicismos”, el primero de su tipo en nuestro idioma.
Los méritos lingüísticos del marabino lo llevaron a ser elegido miembro de la Real Academia Española (RAE) el 15 de septiembre de 1853 en sustitución de Juan Donoso Cortés, fallecido cuatro meses antes. De este modo, Rafael María Baralt se convirtió en el primer latinoamericano de la historia en ingresar a dicha institución.
Polémica, muerte y legado
Los últimos años de la vida de Baralt estuvieron ensombrecidos por la polémica y el escándalo. En 1854 fue nombrado comisionado ministro plenipotenciario de República Dominicana (tierra natal de su madre) para negociar el reconocimiento de la independencia de ese país por parte de España.
Pero cuando salió a la luz pública cierta correspondencia oficial en la que Baralt daba opiniones negativas de varios políticos españoles, el marabino fue desposeído de todos sus cargos oficiales y procesado por traición en el Tribunal Supremo.
Aunque al final resultó absuelto, los disgustos causados agravaron la salud de Baralt, quien falleció en Madrid la madrugada del 4 de enero de 1860, seis meses antes de cumplir 50 años. Antes de fallecer donó sus libros a la República Dominicana. Dichos volúmenes fueron la base de la primera biblioteca pública de Santo Domingo, fundada en 1867.
Los restos de Rafael María Baralt estuvieron extraviados durante más de siglo y medio y no fue hasta 1982 cuando finalmente ingresaron en el Panteón Nacional de Caracas.
En 1883 se inauguró el Teatro Baralt de Maracaibo, en cuyo recinto se exhibieron en 1897 las primeras películas filmadas en Venezuela: “Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo” y “Un gran especialista sacando muelas en el Hotel Europa”, dos cortometrajes hoy perdidos.
Este primer Teatro Baralt fue demolido en 1928 y cuatro años más tarde se inauguró el edificio actual, obra del arquitecto belga León Jerome Hoet.
En 1961, el gobierno de Rómulo Betancourt bautizó como “Baralt” a la extensa avenida caraqueña conocida hasta entonces como “Norte-Sur” y concluida en 1953.