La Primera y última Comunión

Asumir que cada obra de arte puede convertirse en una especie de espejo es una idea alucinante, una idea que nos lleva a plantear varias interrogantes y a buscar en nuestra memoria aquellas experiencias que nos han hecho crear el álbum de las piezas favoritas, esas que podemos ver una y otra vez sin sentir jamás aburrimiento, sino que, por el contrario, podemos llegar a encontrar en estos trabajos algo nuevo que no habíamos visto antes cada vez que la observamos nuevamente. ¿Cambió la obra o fui yo?, quizás la respuesta sea: ambos cambiaron, obra y espectador evolucionan juntos a través de una experiencia estética que es tan única como una huella digital. El Arte como reflejo del espectador es un fenómeno que nos habla de la profunda marca psíquica que puede dejar la propuesta creativa del artista, indetectable a simple vista, oculta dentro del alma.